GUIÓN DE UN PESEBRE VIVIENTE PARA SALITA DE 5
- PRIMER ACTO -
“La Encarnación: Dios se hace uno de nosotros”
Dios le anunció a María con todo respeto que quería que fuera la Madre de Jesús. Y ella aceptó de corazón. Sabía que era pequeña, pero con la ayuda de Dios sabía también que lo podría todo. Fue valiente en aceptar esa responsabilidad tan grande. Y toda su vida se mantuvo fiel a su compromiso de acompañar a su hijo Jesús.
Hace casi dos mil años, pues, Dios se hizo hombre en el vientre de María. Se hizo uno más de nosotros. Se convirtió en compañero nuestro, en amigo nuestro. A este hecho tan importante de la historia de la llama la “encarnación de Dios”.
Encarnación es una palabra que viene de “carne”. Significa “hacerse carne”. Dios, se rebajó a sí mismo, haciéndose carne humana. Se convirtió en uno más de nosotros, Y eso lo hizo por amor a nosotros. Se hizo hombre por amor a los hombres.
Este gran misterio de la Encarnación de Dios es el misterio central de nuestra fe cristiana. Nunca acabaremos de entenderlo del todo, precisamente porque es consecuencia del amor de Dios, que es algo que nunca acabaremos de entender en la vida.
Lucas 1, 26-38
DIOS: Gabriel, Gabriel.
ÁNGEL: Aquí estoy Padre.
DIOS: Gabriel, escúchame bien lo que te voy a decir, necesito que vayas a una ciudad de Galilea, a Nazareth, allí vive una joven virgen que está comprometida con José, él es de la familia de David. Ella se llama María, dile lo siguiente: “Ante mis ojos ha sido encontrada llena de gracia y la he elegido para que sea Madre de mi Hijo, quiero que le ponga por nombre Jesús. Que no tenga miedo de cómo va a suceder, el Espíritu Santo la va a asistir en todo. Ese Hijo será grande y Él me dará a conocer ante el mundo”. Ve en seguida, Gabriel, no tardes más.
Diálogo del Ángel con María
ÁNGEL: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”.
María se sorprende al oír estas palabras y se pregunta:
MARÍA: ¿Qué significa todo esto…y este saludo…?
ÁNGEL: “No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Él será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás”.
MARÍA: ¿Cómo puede ser eso, si yo no convivo con ningún hombre?
ÁNGEL: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso tu hijo será santo y con razón lo llamarán Hijo de Dios. También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo. Porque para Dios, nada es imposible.”
MARÍA: “Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí todo tal como has dicho”
El ángel se retira.
- SEGUNDO ACTO -
“María visita a su prima Isabel”
A la Virgen María la pintan como mujer rica, tipo extranjera. Pero ella era una mujer pobre, del pueblo. No vestía joyas, ni ropas costosas, ni coronas. Dios escogió por madre a una joven de un pueblito del interior. Fue una mujer de pueblo, sencilla, pero con un corazón maravilloso, lleno de Dios y de servicialidad.
Por eso, después de que se quedó embarazada, no se preocupó sólo de sí misma, fue a servir a una prima suya, Isabel, que también estaba esperando familia.
Y al encontrarse con ella y recibir sus alabanzas, supo aceptarlas con sencillez. Hizo un canto de bendición a Dios, en el que reconoce que todo lo bueno viene de Dios. Todo lo linda que ella era se lo debía a Dios. Y se alegra porque Dios está de parte de los pobres.
María cree que Dios echa abajo a los grandes y poderosos, mientras que levanta a la gente sencilla, los humildes de la tierra; colma de bienes a los pobres, mientras que a los ricos los deja “con las manos vacías”. Ella comprende que los planes de Dios son completamente al revés de los planes del mundo.
María se manifiesta llena de alegría de ser de Dios, de que Dios ha mirado “la condición humilde de su esclava”. No es una chica ingenua. Ella conoce bien a Dios, se conoce a sí misma y reconoce las grandes cosas que Dios hace en ella. Sin falsas humildades: “En verdad el Todopoderoso hizo grandes cosas en mi”.
Por entonces María tomó una decisión y fue, sin demora alguna, a una ciudad ubicada en los cerros de Judá donde vivía Isabel con Zacarías. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Lucas 1, 39-55
MARÍA: Querida prima, cómo estás, he venido para acompañarte en este tiempo delicado de tu embarazo.
ISABEL: “Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor? Apenas legó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas. ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!”.
MARÍA:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
Y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador,
Porque se fijó en su humilde esclava,
Y desde ahora todas las generaciones me dirán feliz.
El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí:
¡Santo es su Nombre!
Muestra su Misericordia siglo tras siglo
A todos aquellos que viven en su presencia.
Dio un golpe con todo su poder:
Deshizo a los soberbios y sus planes.
Derribó a los poderosos de sus tronos
Y exaltó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos,
Y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su siervo,
Se acordó de su misericordia,
Como lo había prometido a nuestros padres,
a Abraham y a sus descendientes para siempre.
María se quedó unos tres meses con Isabel, y después volvió a su casa.
-TERCER ACTO-
“Problemas entre José y María”
María, como era costumbre en aquella época, primero se comprometió y, más tarde, se casó, como todas las chicas de entonces, con un joven de su pueblo: José, de oficio carpintero, pobre, pero lleno de sabiduría popular, pues era de una familia muy antigua.
Apenas comprometido oficialmente a contraer matrimonio, antes de haber vivido juntos, María había quedado embarazada por obra del Espíritu Santo.
Lo del embarazo no se lo aviso el ángel a José, como normalmente se cree. Lo que le dice el ángel es que no tema tomar a maría como esposa, señal de que ya lo sabía todo.
No podemos suponer que María no quiso decir nada a José sobre lo de su embarazo. Ello supondría aceptar una imperfección en ella. Seria infidelidad al amor prometido a José, si le hubiera dejado sufrir solo en duda tan grave. Pues, según las leyes de entonces, cuando una era desposada no casada quedaba embarazada, si el hijo era de su prometido, ello era considerado como falta grave, pero se solucionaba con el matrimonio. Pero si el hijo no era suyo, y confesarlo suponía condenar a muerte a María. La solución de este conflicto no sería nada fácil. Supone mucha oración y mucho diálogo, con respeto y mucho amor. Y después de ello, José decide divorciarse discretamente de María, pues piensa que ella es totalmente de Dios y él se siente quizás como un estorbo. Pero un ángel le ataja, aclarándole que no estorba, sino que por el contrario, Dios lo necesita para que eduque como padre al niño que va a nacer. El ángel le ordena que le ponga nombre al niño, lo cual quiere decir que se encargue de su educación como padre legal.
Con esta interpretación podemos ver a la pareja de José y María mucho más cerca de nosotros, pues ellos tuvieron problemas muy serios y supieron resolverlos a base de diálogo respetuoso, lleno de amor.
Mateo 1,18-25
JOSÉ: Cómo es posible que María me haya engañado. Como hago para salir de esta. Tengo que hacer algo para que no apedreen a María. Ya se, la voy a abandonar en secreto. Así le voy a salvar.
José se va a dormir y en sueños se le aparece el ángel.
ÁNGEL: “José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien esta esperando un hijo, no es porque te ha engañado, si no que es obra del Espíritu Santo, tu eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llamaras Jesús, porque el salvara a su pueblo de sus pecados, el será grande”.
Cuando José se despertó, hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y tomo consigo a su esposa.
JOSÉ: María, ven, siéntate, tengo que pedirte perdón porque he dudado de ti, pensé que me habías engañado y no sabia que hacer, pero ahora no dudo que el Señor actuó en ti, y estoy decidido a colaborar con la obra del Señor.
MARÍA: Gracias José.
- CUARTO ACTO -
“El nacimiento de Jesús”
Jesús no se presentó en la historia como un gran potentado, que desde las alturas de su poder ordena a todo el mundo lo que tiene que hacer. El bajó al barro de la vida, se hizo pequeño y conoció en carne propia lo que es el sufrimiento humano.
La madre de Jesús, María, era una mujer de pueblo, buena y sencilla, de corazón grande y con una inmensa fe en Dios. Su padre adoptivo era carpintero de pueblo. Jesús, como hijo de gente pobre, muy pronto, desde su nacimiento, conoce lo que son las privaciones de los pobres. No tiene donde nacer.
Su familia no encuentra a nadie que los reciba en su casa. Ni tampoco hay lugar para ellos en la posada pública. El amor le hizo compartir el nacimiento de los más pobres de este mundo. Jesús nació en la última miseria: en un pesebre, tenía por cuna un montón de alfalfa. Al nacer, comienza a sentir en su carne el desprecio que se tiene a los pobres, fruto amargo del egoísmo humano.
Nos cuesta entender bien lo que significa el hecho de que Jesús nazca tan pobremente. Él es uno de los nuestros; tomó nuestra miseria para comprendernos y ayudarnos mejor. Él no se parecía a esas imágenes de niños blanquitos, de ojos azules, que a veces nos gusta tener. Él era un niño judío, moreno, de ojos negros, como son todos ellos…Y muy gordito no podría estar, puesto que sus padres tuvieron que correr primero a Belén y en seguida se vieron obligados a irse a un país extranjero, Egipto.
Lucas 2, 1-7
EMPERADOR AUGUSTO: Se va a realizar un censo en todo el imperio. Todos tienen que ser registrados en su ciudad natal.
JOSÉ: María, tenemos que ir a Belén para censarnos.
MARÍA: ¿Justo ahora, que ya estoy por dar a luz? Pero no nos preocupemos, porque Dios estará con nosotros.
JOSÉ: Preparemos todo para el viaje.
Canción
MARÍA: José, José, creo que estoy por dar a luz, busquemos pronto un lugar para hospedarnos.
JOSÉ: Buen día, Señor, ¿tendrá alojamiento para mí y mi esposa que está por dar a luz?
POSADERO: No, Señor, no tengo…
JOSÉ: maría, no tenemos suerte, no hay lugar en ningún lado, ¿qué vamos a hacer?
MARÍA: José, no te desesperes. Sigamos buscando por otro lado, seguro que vamos a encontrar algo…
JOSÉ: Buen día, Señor, mi esposa y yo hemos buscado alojamiento en todo Belén y no hemos encontrado nada, mi esposa está por dar a luz y estamos en la calle. ¿Usted no tendrá un lugar para nosotros?
POSADERO: No tengo lugar, Señor, no queda ni una habitación. Mmm…si no se ofenden, sólo les puedo ofrecer un lugar no muy cómodo. No sé si les gustará.
JOSÉ Y MARÍA: No importa, Señor, se lo vamos a agradecer.
POSADERO: Pero no es muy cómodo. Es una cueva donde están los animales, pero…es un lugar calentito, si no les importa pueden ir allí.
JOSÉ Y MARÍA: Muchas gracias señor posadero.
MARÍA: José, José…llegó el momento
JOSÉ: Ven, María, ponte cómoda.
- QUINTO ACTO –
“Adoración de los pastores”
Cuando Jesús nació, ese gran acontecimiento fue anunciado en primer lugar a unos pastores. Tenemos que saber que en aquella sociedad del tiempo de Jesús los pastores eran muy despreciados. Se los consideraba a todos como bandidos, tramposos y mentirosos. Tanto, que no podían ser elegidos nunca como autoridad, ni presentarse como testigos en un juicio.
Pues bien, la gran noticia de la historia, que es el nacimiento del Redentor, no se comunicó en primer lugar a las autoridades, ni a los sacerdotes, ni a la gente estudiada, sino a los más despreciados de la sociedad.
El mensaje que se les da a aquellos pastores, representantes de todos los despreciados del mundo, está lleno de alegría y esperanza. En primer lugar se les pide que no tengan miedo. Y enseguida los ángeles anuncian “una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo: Hoy ha nacido para ustedes un Salvador…” El nacimiento de Jesús tiene que ser motivo de una gran alegría para todo el pueblo. Ha nacido para ustedes, dice el ángel. Para ustedes, los despreciados y marginados de la sociedad…Gran Noticia, porque comunica una gran esperanza.
Las señales que dan los pastores para reconocer a su Salvador son las de la pobreza. Reconocerán a su Salvador justamente en que es pequeño, indefenso y muy pobre: Niño pequeño, envuelto en pañales y recostado en una pesebrera. Jesús no vino al mundo con señales de poder, ni de grandeza humana. Su nacimiento es pobre, entre pobre sy especialmente para los pobres.
La salvación del Niño-Dios viene en primer lugar para los despreciados y marginados de la sociedad. El que va a destronar a los poderosos, no se presenta como un poderoso, sino como indefenso.
Después que desapareció el miedo y se les llenó el corazón de esperanza, los pastores se animaron unos a otros para ir al encuentro con aquel Niño, al que reconocieron como su Señor.
Lucas 2, 8-20
Los pastores están durmiendo
ÁNGEL: “No tengan miedo, pastorcitos, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor. Miren cómo lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre.”
De pronto una multitud de seres celestiales junto al ángel, alababan a Dios con estas palabras:
Canto del Gloria
PASTORES: “Vayamos, pues, hasta Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha dado a conocer”
Hallaron a María y a José con el recién nacido acostado en el pesebre.
PASTORES: Un ángel se nos apareció y nos contó de este gran acontecimiento. Nosotros sin perder tiempo hemos venido a adorarlo. Permítannos adorarlo.
Adoración
- SEXTO ACTO -
“Unos sabios de otros lugares vienen a adorar a Jesús”
El pasaje de los “Reyes magos” es uno de los más populares en nuestro ambiente. Vamos hoy a reflexionar sobre ellos, prestando especial atención a lo que dice el Evangelio y a lo que no dice. En primer lugar tenemos que darnos cuenta de que el pasaje bíblico no dice nada de que fueran “Reyes”. Sólo habla de unos “magos de oriente”. Se trata de astrólogos, que pretendían ver en las estrellas el destino del mundo. No se trata de gente especialmente rica, sino más bien de sabios de tipo popular.
Al decir que vienen de Oriente se quiere subrayar el hecho de que son extranjeros y por consiguiente, paganos.
En la narración se presenta al Rey Herodes, judío, supuestamente creyente en Dios, en contraposición con los magos, que no conocían directamente a Dios. Los habitantes de la capital, Jerusalén, no se dan cuenta del nacimiento del Salvador; los paganos sí. La gente de herodes se asusta del anuncio del nacimiento de Jesús, los magos extranjeros se alegran. Los de Jerusalén no ven la estrella; los magos sí. Herodes es un hipócrita malvado; los magos son sencillos y sinceros. Por todo ello, los magos encuentran al niño con su madre, y Herodes nada.
Los magos, representantes de los hombres capaces de reconocer la acción de Dios en la historia, vienen a aceptar a Jesús como rey universal. Los dones que le ofrecen, según las costumbres de entonces, oro, incienso y mirra, simbolizan sumisión y alianza.
Mateo 2, 1-12
LOS MAGOS: “Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente y venimos a adorarlo”
PASTORES: Aquí está el Salvador, pasen, pasen y vengan a dorarlo.
LOS MAGOS: Le traemos unos regalos, le hemos traído oro, incienso y mirra.
Todos los aquí presentes adoremos a Jesús
Adorémosle todos al niño Dios, nuestro Salvador.
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